domingo, 1 de junio de 2014

ENTRANDO EN LOS 43 CON EL MEJOR DE LOS PIES Y LA MEJOR COMPAÑIA

Los meses de mayo y junio siempre son de esos de vértigo. De esos que cuando miras para atrás piensas: “¿Cómo he podido sobrevivir a tantas celebraciones y eventos varios?” Si… En mayo tuvimos primero el cumpleaños de Irai, después el de Iruña, ahora es mi cumpleaños, celebraciones con la familia, con los amigos, las amigas, aperitivo con las compañeras de trabajo… También es el mes de la fiesta del colegio y en junio llega el cumpleaños de mi madre, el cumpleaños de mi hermano, nuestro aniversario de boda (que este año lo celebraremos por todo lo alto por aquello del número redondo), comidas y cenas de fin de curso y ya estamos plantados en plenos sanfermines. Ufff!!

El collage me lo ha hecho Carmen Peña Otero (de los Amigos de la Memoria es el Camino)
para regalármelo en FB por mi cumpleaños

El caso es que no sé si ha sido pensando en la que me viene encima o porque este tiempo está completamente loco y un día hace sol y al otro parece que estamos en medio del diluvio universal, la última semana de mis 42 años la he pasado hecha un trapillo. Bronquitis de caballo y regalo de unos días de caldico y quietud. La verdad es que ha sido un placer dedicarme al sofá, a la lectura y la escritura, los hobbies que más se me resienten en cuanto me lleno la vida de cosas.

El viernes, como tenía la sensación de que me encontraba mejor, me fui a pedir el alta y me lancé de vuelta al trabajo con un enorme bizcocho que me había hecho Iruña para llevar a mis compañeras y celebrar que al día siguiente era mi cumpleaños. Ya se sabe que por la víspera se conoce al santo. En este caso, a la santa. Tenía bastante curro atrasado así que no me aburrí ni un segundo en toda la mañana y, después, a la noche vinieron a cenar a casa cuatro amigos de esos de toda la vida y con los que eres feliz solo con tenerles al lado. Cenamos cous cous y ensalada de espinacas. Ion, hace unos años compró en una feria de artesanía una bandeja inmensa de cerámica solo para poner nuestras ensaladas de espinacas, nueces, queso mozzarela, pasas, champiñones, bacon a la plancha y vinagreta de miel.  

Iruña, además había traído a dos amigas y dos amigos a casa a pasar la tarde y, al final, ellos también se quedaron a comer cous-cous, pero en este caso, como son jóvenes, me da la sensación de que no les volvió locos, por la cantidad que sobraba en sus platos. También me hicieron regalos. Me sentí regalada.



También es verdad que cuando se marcharon temprano y con solo un gintonic encima de su cuerpo, estuve a punto de matar a mi familia porque a todos se les había olvidado ya que era mi cumpleaños. Los tres monstruillos porque se habían quedado dormidos y Ion porque se había puesto a trabajar en el ordenador y se le había ido el santo al cielo. Les hubiera comido, pero tomé una decisión: durante el año de los 43, no pienso enfadarme salvo casos de fuerza mayor y, además, voy a quererme mucho mucho a mí misma. Estos son mis dos buenos propósitos del año.

La mañana de mi cumpleaños me suelen despertar con besos, pero Irai ha empezado a las 9 a jugar al baloncesto, así que me he despertado con el repiqueteo del balón en la terraza. Es lo que tiene ser madre de familia numerosa. Ion había preparado uno de sus fabulosos desayunos y había colocado los regalos encima de la mesa: una cámara de fotos con la que pienso comenzar desde ya un proyecto que os contaré en un par de días y una cesta con material suficiente para preparar el mejor gintonic del mundo. Si, del mundo sin exagerar nada: con flor de hibisco, cardamomo y demás botánicos para aromatizar.

Después habíamos quedado con mi madre, mi tía y mi hermano para irnos todos juntos a dar un largo paseo por el nacedero del Urederra. Caminata de las buenas. Super, super a gusto. 



Después, comida en casa Faustina, en Baríndano. Un restaurante en el que se come como si no hubiera un mañana. De primero: ensalada, sopa, aluvias rojas, arroz con tropezones del mar y acelgas. De segundo: cangrejos deliciosos, manitas de cerdo, conejo al ajillo y gorrín. De postre, flan de café con herlado de vainilla. No, no estoy hablando de elegir. Te sacan de todo para que vayas probando… No sé como hemos podido levantarnos después de la mesa. La verdad es que da gozada, pero menos mal que es una cosa que se hace poco, porque si no moriríamos por explosión.



Mi madre, Mertxe y Miguel me han dado más regalos. Creo que este año he sido muy muy buena. Y la sorpresa ha sido que, a los postres, Nuri, que trabaja en Casa Faustina ha venido con un trozo de tarta de tres chocolates con 3 velas (supongo que por que son los años que sobrepaso de los 40 o porque son las que quedaban bonitas en el trozo de pastel) y un paquete de regalo. No entendía nada… Olga le había mandado un regalo para mí. Para que tuviera una sorpresa de su parte a los postres. Hay que reconocer que no se puede ser más detallista que ella. El martes lo celebraremos mano a mano, que hace mucho tiempo que tenemos las dos la vida tan llena que nunca encontramos un hueco para nosotras solas (y eso que vivimos casi en la misma acera, que ya tiene delito).

Además, antes de irnos, le he contado a mi hermano que a las 12 de la noche se terminaba el concurso de microrrelatos de san Fermín.
−Me he presentado 2 veces, pero nada…
−¡¡Pero si está chupado ganar!! –ha dicho con chulería.



Ha expuesto su idea y hemos empezado a escribir como locos en el mantel de papel del mismo restaurante. Hemos salido con algo parecido a un microrrelato (según Miguel, ganador), así que cuando he llegado a casa (muy muy tarde) lo he reescrito a todo correr en la página web y lo he mandado al concurso. Eran ya las 12 menos 20 de la noche, pero teniendo en cuenta que la vez que gané el concurso de cuentos “Se busca Escritora” entré un minuto antes de que se cerrara el plazo, pues igual es que llegar por los pelos resulta que me da suerte…. El 20 de junio, si las previsiones de Iruña y Miguel no fallan, iremos al Condestable a recoger nuestro premio. Por supuesto, os mantendremos informados. Por hacer, que no quede.


Comienza un año más, estallando en llamas que diría Walt Whitman. No pienso desperdiciar ni un solo día de los 43. Ese es mi compromiso con esta nueva etapa de la vida. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario