Escribo desde hace…
realmente toda la vida. Aun me acuerdo cuando iba al colegio: la Vivaracho me
arrancaba varios folios que había escrito (seguramente durante la clase)
y yo aún tenía el cuajo de decirle que se estaba arriesgando a destrozar la
novela del siglo. Seguramente la pobre alucinaba conmigo o, directamente,
pensaba que tenía un problema de salud mental. Claro que sabía que Ana Carmen,
mi profesora de 7º de EGB nos había inoculado ya a muchas la pasión por la
literatura y que por eso era mejor darnos por perdidas.
Después
he seguido escribiendo pero con los años, los hijos, el trabajo, las demás
obligaciones que nos va trayendo la vida… dejé de tener el tiempo y la
seguridad de que iba a poder escribir esa gran novela con la que soñaba de cría
y empecé a escribir solamente por vicio. Eso sí, compulsiva y metódica. Creo que
prácticamente todos las días del año, de 10 a 12 de la noche, lo dedico al
solitario vicio de la literatura. He escrito sobre la guerra civil, sobre el
terrorismo, sobre las personas sin hogar y lo que es más complejo: sobre las
relaciones familiares. Pero, con los años he ido perdiendo peso, no alrededor
de las caderas, que ya me gustaría, sino alrededor de los temas que quiero
tratar. Supongo que antes quería aparentar profundidad a golpe de sufrimiento
ficticio. Con los años, la propia vida se va volviendo profunda y una lo que
busca es, simplemente, relajarse y disfrutar.
Finalmente,
hace cosa de un año pensé que ya estaba bien. Que quería acabar una novela
desde el principio hasta el final, sin quedarme a medias. Y que quería
divertirme con ello. Y decidí probar. Disfruté como una enana, me salió una
novela de 330 páginas y me enamoré de los personajes, les di vida, les parí,
les lavé los dientes y les cepillé cada día la melena. Fue la felicidad.
Cuando
terminó la aventura pensé: ¿y ahora qué hago yo con esto? La mandé a varias editoriales… El 28 de julio,
mientras volvía de Italia, una de ellas me llamó para proponerme un contrato
para publicar mi novela. Un editor apostaba por mí y quería probar qué tal funcionaba.
Como autora novel, me proponían una edición pequeña y, después, ya veremos. Y
tres días antes de reunirme con ellos en Madrid, otra editorial me comunicó
también su interés por la misma novela. Era todo como un sueño, como estar
subida en una nube.
Hoy,
un mes más tarde de aquella primera llamada, ya os puedo contar lo importante:
Acabo de firmar definitivamente el contrato y el 31 de octubre estará ya
publicada mi primera novela. A partir de noviembre empezarán las presentaciones
y alguna firma de libros. Suena todo tan increíble que hasta da un poco de vértigo.
Eso
es todo por hoy. No voy a contar todavía nada más, a ver si os genero un poco
de intriga sobre la novela… y así os entran las ganas de leerla.
Al
fin y al cabo, voy a poder ver cumplido este maravilloso sueño. Ir a cualquier
lugar y poder decir como el gran Paco Umbral: